correo central

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Edificio de 1908

jueves, 14 de mayo de 2015

Baile Septiembre 1841

El 26 de septiembre de 1841, a ocho días de asumir el mando el presidente Manuel Bulnes, se hizo una gran celebración en lo que es hoy el edificio del Correo Central,
entonces Casa de los Presidentes y sede de los cuatro ministerios. Los patios también fueron habilitados como salones. Cuentan los cronistas que “en un cuadro hecho grabar por Gay y en los historiadores (Barros Arana, Encina, Agustín Edwards y otros) hállanse los detalles de la lujosa presentación en los numerosos salones con espejos y arañas de luces, banderas y medallones con inscripciones. También se encuentra muy divulgada la lista de los numerosos platos y bebidas de la cena, de los dulces y confites, de los cinco mil vasos de helados. No extraña aquella abundancia,
pues era justo dar de comer y beber en proporción a esos 2.200 invitados desde las 9:30 de la noche hasta las 6 de la mañana”. Todo se inició con un hermoso coro del Himno Nacional, luego vinieron
las contradanzas alternando con cuadrillas y valses. Los salones principales estaban divididos en secciones para las contradanzas y nadie podía bailar sin adquirir antes un número con el bastonero. Los invitados pasaban a la mesa de la cena en grupos de 260 y todo estaba cuidadosamente controlado. Había sastres, mozos, perfumes, vestidos, peluqueras, flores, adornos, zapatos de repuesto para solucionar cualquier percance propio del vértigo de la fiesta. “A la luz de la mañana y al apagarse la última cuadrilla, acaso de Mozart, o el último vals, tal vez uno del viejo Strauss, el Mariscal de Ancach y su esposa, la señora Delfina Pinto de Bulnes, despedían a sus millares de invitados”. Así fue como culminó la última gran fiesta en el antiguo Palacio de los Presidentes de Chile.


Museo postal y telegrafíco

El Museo Postal y Telegráfico es un museo dependiente de correos de Chile y que se encuentra ubicado en la planta baja del edificio del correo central de Santiago, en la Plaza de Armas de la ciudad.
Nació en el año 1949 gracias a las gestiones del senador Maximiano Errázuriz Valdés y el diputado Raúl Juliet Goméz, quien previamente había desempeñado el cargo de Director general de correos (1939-1943). Estuvo ubicado en varios lugares hasta que en el año 2004 se trasladó a la planta baja del Correo Central.
Salas
En este museo encontramos 5 salas de exhibición:
  • Sala Pedro de Valdivia: en esta sala encontramos la recreación de una oficina principal de correos ambientada en 1910.
  • Sala Postal: en ella se puede apreciar cartas, sobres, sellos y matasellos, y también una colección de buzones de correo, elemento característico del correo.
  • Sala Filatélica: aquí encontramos la colección de estampillas chilenas que consta de aproximadamente 2.300 unidades.
  • Sala Telegráfica: aquí se encuentran aparatos de distintas épocas. Desde un transreceptor de 1853 hasta el llamado teletipo que comunicaba Santiago con Punta Arenas vía ondas radiales entre los años 1960 y 1970.
  • Galería Filatélica Colección Temporal: aquí se presentan exposiciones temporales de postales tanto chilenas como extranjeras.

Museo Postal Telégrafico







































Tipos de buzones

Durante los gobiernos de Montt Peréz y Errázuriz, entre 1851 y 1876, se hicieron esfuerzos para descentralizar el servicio postal aproximándolo hacia los barrios y los usuarios más modestos. Esta política tendía a presentar servicio a los numerosos chilenos que estaban aprendiendo a escribir y que deseaban comunicarse mediante mensajes escritos. (1)Sello: Buzón amarillo oro Buzón de cierto fundido de origen francés, importado en 1854, de forma rectangular, decorado con listones, hojas de laurel y rosetas en la parte delantera superior. Pasaba 42 kilos y deba la posibilidad de adosarlo a la pared o ponerlo sobre un pedestal. (2)Sello:Buzón Rojo Buzón de fierro fundido hecho en Chile, del tipo catedral, con su parte superior y puerta frontal en forma de arco. Su uso se remonta a fines del siglo XIX y principios del XX. Sus lineas son austeras sin decoración especial, utilizado en pedestal o adosado a la pared.

Los buzones y sus historia

Las crónicas de la época señalan que los primeros buzones que prestaron servicio en el país fueron traídos desde Alemania, y los siguientes desde Francia. Poco tiempo después, empezaban a fabricarse en maestranzas nacionales. En 1853 fue legalizado el uso de buzones postales mediante un decreto ley, pese a que éstos existían, aunque de fabricación artesanal, desde mucho antes. Santiago fue cubierto con una red de buzones urbanos con inscripciones de los horarios en que se retiraba la correspondencia y, además, pequeños carteles invitando a la gente a comunicarse mediante una carta. Sin embargo, no faltaron los espíritus destructores, acerca de lo que tanto escribió Joaquín Edwards Bello, que en cuanto observaron la presencia de estos singulares buzones, optaron por lanzar en su interior un fósforo encendido.

historia del matasello

Se llama matasellos a la cancelación u obliteración empleado en correos para inutilizar un sello de modo que no se vuelva a utilizar. 
Con el nacimiento de los sellos a mediados del siglo XIX surgió también el problema de evitar que se utilizaran en ocasiones sucesivas eludiendo así la obligación de su pago. Para ello se creó un sello o timbre que en el argot postal se llama matasellos.
El primero que se utilizó fue en el año 1850 y afectaba la forma de estrella. Se introdujeron algunas variantes en los años sucesivos hasta dejarlo reducido a la estampación de rayas, puntos y aún figuras. Más tarde, se complicó proveyéndole de agudas puntas y al mismo tiempo que imprimía estas huellas trepaba el sello.
Los primeros fechadores se utilizaron en España en el año 1856 y sucesivos. En 1858, volvieron de nuevo a la combinación de rayas y puntos hasta 1865 que aparecieron unos que al mismo tiempo que imprimían rayas estampaban en el centro el número que le correspondía a la oficina. En 1879 se modificó la forma del matasellos pasando por varias evoluciones hasta aparecer tal como se ve actualmente.



El correo de hoy

Con la recuperación democrática, en 1990, se impulsa una etapa de modernización en todos los espacios de la vida nacional. Correos Chile agiliza sus servicios y progresivamente comienza a integrar las nuevas tecnologías postales, además de innovar en sus sistemas de gestión y administración internos. La empresa promueve medidas específicas de valoración de las personas e importantes acuerdos en esta línea forman el precedente para establecer un nuevo clima de relaciones laborales. El compromiso, la perseverancia y la creatividad para encontrar soluciones innovadoras han permitido entrar al siglo XXI en condiciones de satisfacer las necesidades cada vez más especializadas de sus clientes. Este proceso, abordado con recursos financieros propios, permitirá enfrentar el paulatino crecimiento de la demanda. Actualmente, Correos Chile distribuye cerca de 1.500.000 envíos por día. La entrega de un servicio moderno y de calidad para Chile constituye un paso más en esta historia de 260 años. Técnica y socialmente, la empresa experimenta un cambio crítico y trascendente de traspaso de procesos manuales a servicios automatizados de alta productividad. El Centro Tecnológico Postal, rostro de este esfuerzo modernizador, junto a la nueva planta CEP (Courier, Expreso y Paquetería), a construirse en 2009, situará a Correos Chile a la vanguardia de este mercado,compitiendo en todas las áreas de las comunicaciones modernas. De esta manera, se incrementará la capacidad de los procesos, mejorando la productividad, la calidad y la velocidad de entrega. Con ocasión de la reinserción de nuestro país en el concierto mundial, la empresa participa en diversos organismos de cooperación internacional, tecnología, excelencia y calidad. Lejos quedaron las imágenes de los pioneros del correo, aquellos improvisados mensajeros que debieron enfrentar duras tareas para cumplir su misión. Correos Chile sigue los pasos solidarios de sus antepasados, acercando a las personas y recogiendo los sueños de los niños más vulnerables para transformarlos en realidad. Es parte de su política de Responsabilidad Social Empresarial, en el marco de la cual asume hoy también los temas éticos y medioambientales.

La tarjeta postal

La aparición de las tarjetas postales fue un fenómeno de gran importancia en la historia del correo. En el año 1869, se inició en Austria la emisión de postales que en sus inicios eran cartulinas de colores café claro, diseñadas solamente para escribir, aunque prontamente empezaron a llevar imágenes. Se le atribuye la invención de la tarjeta postal al austriaco Hermann, catedrático en la Academia Militar de Wiener-Neustadt. En septiembre de 1869, el barón Adolfo Maly, director de Correos austriaco, firmó el decreto que autorizaba la circulación de tarjetas postales. La idea tuvo gran éxito y para 1871 ya habían adoptado la naciente tarjeta algunos países como Alemania, Inglaterra, Suiza, Prusia, Bélgica, Holanda y Dinamarca. En España comenzó el 10 de mayo de 1871. A partir de entonces, innumerables artistas reprodujeron sus obras en postales, a pesar de que era mucho mayor la representación de paisajes, flora y fauna y artes decorativas, incluso la postal de carica - tura satírica y política. Hay además gran profusión de postales eróticas que circula - ban privadamente entre los varones. Y, por supuesto, las emotivas. A partir de 1870, en Alemania, el litógrafo Miesler comienza a hacer tarjetas postales ilustradas, y en 1872, en Suiza, el artista Borich realiza hermosos dibujos sobre tarjetas postales. Más tarde, en 1892, la casa Hauser y Menet, en España, repro - duce fotografías sobre postales gracias a la técnica de la fototipia. Pero es en 1900 cuando la tarjeta postal ilustrada se socializa a tal punto que surge la idea del coleccionismo. El escritor E. S. Turner cuenta en “La historia de la galantería” que “la fotografía se hallaba en sus comienzos, pero no estaba lejano el momento en que los enamorados podrían transportar sobre su corazón la imagen del objeto amado y empañarla con sus suspiros. Entretanto, la litografía hacía sus veces. La industria de las tarjetas de felicitación habilitó una enorme canti - dad de recursos para facilitar los encuen - tros amorosos y estimular las aspiraciones de los protegidos de San Valentín. Con la moda de los `corazones unidos y sangran - tes´ se da el primer paso hacia la indolen - cia del enamorado, que confiaba a otras manos la tarea de adornar sus sentimien - tos. Hasta entonces, el amante dibujaba y decoraba el testimonio de sus amores y lo llevaba personalmente hasta la puerta de su destinataria. A partir de la era victoriana prefirió elegir un mensaje ya confeccionado, y deslizarlo en el interior de un buzón por una suma despreciable”. 
El escritor Rubén Darío comentó acerca de las bondades de la tarjeta postal en un artículo publicado en “La Nación” de Buenos Aires, en marzo de 1903: “Cuando vais en viaje, por un lejano país, muchas veces no os es fácil el escribir una carta a tales o cuales personas de nuestra afección; y una o dos palabras puestas en una tarjeta postal ilustrada que echáis en el próximo buzón, llevan vuestro recuerdo con la imagen del paisaje o del lugar en que escribís. Por eso en todos los puntos de la tierra a que la Agencia Cook conduce sus caravanas encontraréis en abundancia los puestos y tiendas de tarjetas con las variadas fotografías de los monumentos, curiosidades, personajes célebres y demás particularidades de la ciudad o pueblo, desde la recóndita China hasta la clara Italia, desde las pirámides hasta el país del Sol de medianoche. Hay otra virtud en la tarjeta postal ilustrada y no la menos interesante como comprenderéis. Por ley de la moda, una señorita que no podría escribir cartas a un caballero de su simpatía sino a furto, a escondidas de sus padres, corresponde con él libremente, si se le antoja, por medio de la propaganda cartulina. Y aún la cartulina misma, con el simbolismo de sus flores, o de sus figuras, suele decir más que un largo pliego”. Rubén Darío, quien además fuera empleado de Correos en Buenos Aires, según él mismo ha contado, agregó también en esa oportunidad que “la vida actual, sobre todo, esta vida europea y en particular la de París, hace imposible la correspondencia epistolar. Y es lástima, porque un Voltaire o una Sévigné de la época, dejarían perdido lo que de otro modo habría sido aprovechable (…). Si antes se recibía una carta hoy se reciben 50 tarjetas postales. La emoción que produce la llegada del cartero es repetida. Además, la tarjeta postal puede llevar, como he dicho, el paisaje, la reproducción del lugar en que se encuentra la persona amada; y ahora que la fotografía también está adoptada como uso elegante, y que uno mismo se puede hacer a su gusto sus tarjetas postales, la comunicación, si escasa por la palabra, es más elocuente por la imagen. Es la ilusión de la presencia, y si es cierto que, según la teoría ocultista, en la reproducción de nuestra imagen por la luz queda algo de nuestro ser interior y misterioso de nuestra alma, la tarjeta postal fotográfica es el ideal de la correspondencia sentimental y amorosa”.

Estampillas













La Reina Victoria, cuyo perfil estaba en el primer sello inglés, se mantuvo durante los años 1837 hasta 1901. Pero, ya en 1860 se efectuaban con regularidad en las ciudades de París y Londres las reuniones filatélicas.