En 1871 se inauguró un servicio telegráfico entre Santiago (Chile) y Mendoza (Argentina), el que trajo algún alivio en las comunicaciones, por lo menos en las más urgentes.
Pero el gran cambio en esta complicada ruta ocurrió en 1910, cuando se puso en servicio el ferrocarril transandino que permitió unir la ciudad de Los Andes (Chile) con Mendoza en Argentina.
Fue una labor titánica de ingeniería la que se debió realizar para poder traspasar esta imponente cordillera vía ferrocarril. Aunque se trató de evitar en lo posible un camino muy escarpado y de pendiente irremontable para los trenes, no siempre fue posible hacerlo, y gran parte del trayecto debió completarse con sistemas de cremallera para que las locomotoras tuvieran "uñas y garras" y pudiera aferrarse a los rieles sin patinar y salir volando hacia atrás o adelante, dependiendo si iban en subida o bajada.
Viniendo desde el lado chileno, el tren alcanzaba una altura máxima de 3.176 mts. sobre el nivel del mar y ahí ingresaba a un túnel de 3,2 kms. de longitud por el que salía directamente a territorio argentino.
Este ferrocarril transandino estuvo en servicio hasta fines de los años 70s o comienzos de los 80s. del siglo pasado. Hoy se encuentra abandonado y sus vías oxidándose al sol y la nieve.
Esta es una fotografía del tren en los años 40s :

Desde el punto de vista del correo, el servicio de este ferrocarril tuvo su momento de gloria entre 1910 y 1930.
A partir de esa fecha el correo aéreo se hizo presente y acaparó gran parte del tránsito postal.
Las cartas que viajaban a través de la montaña eran marcadas por sus remitentes con las frases "vía Andes" o "vía Cordillera", como en los siguientes ejemplos :

Esta última es de 1925.
Mucha de la correspondencia que iba a Europa se enviaba por esta vía hasta Buenos Aires, donde era embarcada a Europa.
Esto era más rápido que embarcar en Chile y esperar que los buques pasaran al Atlántico a través del Cabo de Hornos o el Canal de Panamá.
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