correo central

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Edificio de 1908

jueves, 14 de mayo de 2015

sellos y filatelia

La filatelia consiste en el interés por coleccionar y clasificar sellos, sobres y documentos postales de diversa naturaleza. Los sellos ilustran los avatares históricos de los pueblos a través de sus personajes célebres, de la geografía, historia, arte y especies de su flora y fauna nativas. El primer coleccionista del que se tiene noticia fue el doctor Gray, quien trabajaba en el British Museum de Londres, y en el año 1840 era dueño de los únicos sellos que existían hasta el momento; la colección estaba conformada por el sello de un penique negro y el de variedades de plancha y color, y los distintos matasellos. El origen del término filatelia proviene de G. Herpin, un coleccionista francés que en noviembre del año 1864 lo propuso al periódico Le collectionneur de Timbres Poste, de París. La palabra se compone de los vocablos griegos philos, que quiere decir amante o amigo, y teles, que signi- fica tributo o franquicia. Este término fue incorporado en 1922 en el diccionario de la Real Academia Española. La filatelia es, entonces, la afición por generar un conjunto de conocimientos en torno a los sellos de correo como piezas de colección hasta llegar a representar, con el paso del tiempo, la categoría de objeto estético, tal es el caso de pinturas y grabados especialmente realizados en estampillas con fines conmemorativos. Aunque se debe reconocer que es la singularidad de un ejemplar lo que eleva su valor comercial. La Reina Victoria, cuyo perfil estaba en el primer sello inglés, se mantuvo desde 1840 hasta 1901. Pero, ya en 1860 se efectuaban con regularidad en las ciudades de París y Londres las reuniones filatélicas, que permitieron en 1861 que el señor Francisco Jorge Berger-Levrault hiciera público por primera vez un catálogo que reunía su propia colección. Las copias manuscritas que repartió entre los asistentes permitían saber qué sellos tenía y cuáles le faltaban. Curiosamente, ese año también don Alfredo Potiquet mostró su “Catálogo de sellos de correos emitidos en los diversos Estados del globo”, muestrario precursor de los catálogos modernos de sellos. Pero fue en 1862 cuando el librero belga Jean Baptiste C. Moens imprimió el primer “Manual del coleccionista de sellos postales”. Con el tiempo, una serie de sucesos comenzaron a generar cada vez mayor interés en este fenómeno, lo que derivó en que ocurrieran algunos cambios, como que el número de coleccionistas aumentara considerablemente; se hiciese compleja la obtención de los primeros sellos, debido al creciente interés de los que se iban incorporando; la cantidad de valores emitidos aumentara; el coleccionismo se reglamentase y optimizara su trabajo. Del mismo modo, la filatelia se divide en Filatelia tradicional o clásica y Filatelia temática. La tradicional o clásica organiza los sellos de un país por orden cronológico y puede reunirse por épocas, emisiones y estudios específicos. La colección temática reúne sellos postales, ya sea, por la imagen o el motivo de la emisión. Existen también colecciones que son alternativas que se han posicionado con el correr del tiempo. Así encontramos la prefilatelia, que consiste en la colección de piezas con marcas o signos postales anteriores al sello postal, tales eran los casos del estampado con timbres de metal como la plata o el bronce; la aéreo-filatelia, conformada por la colección de sellos de correos en torno al tema de la aviación y el correo aéreo; la historia postal, que investiga la historia del correo y del servicio postal, mediante sus expresiones filatélicas; la colección de enteros postales, que promueve el reunir sobres, tarjetas y fajas postales timbradas. Entre los más grandes coleccionistas de la historia se encuentra el Barón Philippe de la Renotiere von Ferrari, que vivió entre los años 1848 y 1917. Él llegó a reunir sellos rarísimos del mundo entero y más tarde su colección se vendió, en el año 1922, en más de 20 millones de francos. Otros casos destacados son los de Maurice Burrus y Carl Lindenberg, aunque se destaca Arthur Hind, quien invirtió en los años 20 más de dos millones de dólares en sellos de primera categoría. Entre los sellos más raros y deseados por todo filatelista están los de un centavo de Guayana Británica, actual Guyana, emitido en el año 1856, y descubierto por el estudiante L. Vernon Vaugham en 1873, y que en la actualidad está en poder de un consorcio norteamericano. El de Isla Mauricio, de uno y dos peniques, emitido en el año 1847 donde se lee Post office, en lugar de decir Post Paid, que era lo correcto. La estampilla de 1845 que lleva la paloma Basilea, el primer sello en el mundo impreso a tres colores; el sello de tres chelines sueco de 1855, único en su tipo y descubierto, treinta años después. El sello rumano, del Principado de Moldavia, conocido como “cabezas de toro”, que fue emitido en julio de 1858. El sello de Francia, del 10 de enero de 1849, un franco bermellón, con el perfil de Ceres, la diosa de la agricultura. Un monumento a la Unión Postal Universal fue inaugurado el 4 de octubre del año 1901 para conmemorar el vigésimo quinto aniversario de la Unión Postal Universal. En él puede verse sobre una roca, una mujer que lleva en su mano el escudo de Berna. En la cima de la roca, una columna de nubes sostiene una esfera, alrededor de la cual cinco mujeres, que representan a los cinco continentes, se entregan cartas. Este monumento se erige en uno de los más hermosos parques de Berna. En América, fue Brasil el primer país en hacer circular sellos de correos, en 1843. Finalmente los “penny black” y “penny blue” de Gran Bretaña fueron los primeros sellos postales del mundo, aparecidos en mayo de 1840. La Federación Internacional de Filatelia, que fue fundada en París el 18 de junio de 1926, es la institución más afamada en relación al coleccionismo y cuenta con la participación de 60 países. La federación se encarga de velar que no surjan emisiones fraudulentas, estimula a los filatelistas, reglamenta la labor de los jurados internacionales y regula todas las actividades. La Sociedad Filatélica de Chile, fundada en 1889, es miembro de la FIF y de la Federación Interamericana de Filatelia (FIAF). 
Debido a que la filatelia era una afición que había alcanzado bastantes seguidores en los años 20 y 30, los coleccionistas observaron la evolución del sistema de correo aéreo detenidamente, pusieron atención a los primeros vuelos y sus destinos, y se dedicaron a conseguir las cartas que viajaban entre ellos. Las autoridades usaban normalmente sellos especiales en su correspondencia, que era frecuente además hacerla firmar por el piloto. Los dirigibles de la época también llevaban correo aéreo, y muchos países emitieron sellos postales especiales para su uso en correo por zeppelin. En el texto “Tienda de sellos”, podemos leer que: “A quien revisa atados de correspondencia vieja, un sello retirado de la circulación hace ya tiempo y pegado en algún sobre frágil, le dirá a menudo más que docenas de páginas leídas. A veces aparecen pegados en postales y uno no sabe si despegarlos o guardar tal cual la tarjeta, como la hoja de algún antiguo gran maestro que tuviera en la cara y al dorso dos dibujos distintos e igualmente valiosos. (…) Quien ande tras los matasellos deberá poseer, como detective, la filiación de las oficinas de correos más sospechosas; como arqueólogo, el arte de completar el torso de los más ignotos topónimos, y, como cabalista, el inventario de las fechas de todo un siglo”. 
Es importante considerar a la Aerofilatelia como parte de la filatelia y como un arte en sí. En esta área, una colección considera documentos postales transportados por el aire, y que contengan indicios de haber volado. La disposición de una colección de aerofilatelia deriva de su estructura, siguiendo una propuesta básica que los divide en cronológicos y geográficos. Y por el medio de transporte utilizado, que puede organizarse en paloma mensajera; más ligeros que el aire, como los globos y dirigibles; más pesados que el aire como el paracaídas, velero y avión, y, finalmente, cohetes. Valiosos resultan también aquellos objetos que testimonian el período de los pioneros, tal es el caso de los transportes aéreos, volados por otros medios cuando los servicios postales no eran posibles. Algunos de estos casos son los del correo volado por el ejército durante la Primera Guerra Mundial y en el período de la posguerra, como el de Przemysl. También figura el correo volado por palomas en la Isla de la Gran Barrera y Marotini. Cuenta el escritor Max Büttner en su libro “Romanticismo de los sellos de correo”, que una curiosa estampa se podía observar en un sello de avión emitido en 1938 por el Vaticano, y que se contaba sobre él una milagrosa historia. En ese sello se veía una casa pequeña suspendida en el aire, siendo transportada por seis ángeles en vuelo. Sobre la casita se podía ver a la Virgen con el Niño. Cuenta Büttner que “según una vieja leyenda, esta casita, donde vivió la joven María en Nazareth y recibió la Anunciación del arcángel Gabriel, fue arrebatada en una noche de mayo del año 1291 por los ángeles, que la trasladaron por los aires a Fiume, en Italia. De allí desapareció tres años después, y en diciembre de 1294 se le encontró de nuevo en Loreto, que se convirtió en lugar de romería de devotos peregrinos. En 1468 se construyó a su alrededor una gran iglesia que la circundaba, y aún hoy el lugar es visitado por muchos fieles”. Debido a esta historia milagrosa y al vuelo aéreo de la casa, la Virgen de Loreto es considerada en el presente la patrona y protectora de los aviadores. Otra historia que sorprende en el libro de Max Büttner y que es muy recordada por los coleccionistas, es la de una misteriosa representación que se hiciera en el año 1904, en una emisión de sellos serbios. 
El timbre postal, que se puso a la venta durante el centenario de la liberación del dominio turco, tenía dos imágenes; una era la del rey Pedro y la otra mostraba al príncipe Karageorgewitsch. La fama de los sellos trascendió porque en ellos podía verse, al invertirlos, una horrible máscara de muerto. Dice Büttner que “En el verano de 1903, el rey Alejandro I de Serbia y su esposa Draga fueron muertos por los oficiales amotinados y la dinastía Obrenowitsch fue eliminada, volviendo al trono serbio la familia Karageorgewitsch. Los sellos emitidos poco tiempo antes del atentado, que aún tenían la cabeza del rey asesinado, fueron estampillados con un escudo que ocultaba la cabeza del soberano. Entonces se dio al acreditado dibujante francés de sellos Eugène Mouchon, el encargo de trazar sellos nuevos que debían representar al nuevo rey Pedro I y a su antepasado Karageorg. El grabador francés ejecutó el pedido y cuando los sellos fueron vendidos en las ventanillas de correos no tardó en descubrirse invertida entre las dos cabezas, la misteriosa cara mortuoria que representaba el rostro del asesinado Alejandro”. 
El problema surgió así nuevamente y se culpó al dibujante francés de haber reproducido intencionalmente la máscara, pero él negó la acusación, a pesar de que todos suponían que había sido sobornado por la madre del rey Alejandro para que incluyera en los sellos de su país esa imagen con la cabeza de su hijo asesinado. Así, lleno de leyendas sorprendentes, cada sello recuerda un mundo e introduce una mirada nueva, testimonia una época, o une a los hombres en una cruzada singular: la de reconstruir a través de este pequeño trozo de papel, tanto la verdadera historia del hombre, como la imaginería propia de cada país que paralelamente recrea su historia una y otra vez.

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