El 26 de septiembre de 1841, a ocho días de asumir el mando el presidente Manuel Bulnes, se hizo una gran celebración en lo que es hoy el edificio del Correo Central,
entonces Casa de los Presidentes y sede de los cuatro ministerios. Los patios también fueron habilitados como salones. Cuentan los cronistas que “en un cuadro hecho grabar por Gay y en los historiadores (Barros Arana, Encina, Agustín Edwards y otros) hállanse los detalles de la lujosa presentación en los numerosos salones con espejos y arañas de luces, banderas y medallones con inscripciones. También se encuentra muy divulgada la lista de los numerosos platos y bebidas de la cena, de los dulces y confites, de los cinco mil vasos de helados. No extraña aquella abundancia,
pues era justo dar de comer y beber en proporción a esos 2.200 invitados desde las 9:30 de la noche hasta las 6 de la mañana”. Todo se inició con un hermoso coro del Himno Nacional, luego vinieron
las contradanzas alternando con cuadrillas y valses. Los salones principales estaban divididos en secciones para las contradanzas y nadie podía bailar sin adquirir antes un número con el bastonero. Los invitados pasaban a la mesa de la cena en grupos de 260 y todo estaba cuidadosamente controlado. Había sastres, mozos, perfumes, vestidos, peluqueras, flores, adornos, zapatos de repuesto para solucionar cualquier percance propio del vértigo de la fiesta. “A la luz de la mañana y al apagarse la última cuadrilla, acaso de Mozart, o el último vals, tal vez uno del viejo Strauss, el Mariscal de Ancach y su esposa, la señora Delfina Pinto de Bulnes, despedían a sus millares de invitados”. Así fue como culminó la última gran fiesta en el antiguo Palacio de los Presidentes de Chile.
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